"Voy a comprar las memorias"
Olvidamos.
Siempre olvidamos.
Las memorias del mundo,
las pequeñas,
las invisibles,
las que no salen en los periódicos
ni en las lápidas limpias.
Olvidamos al que barrió la esquina por veinte años
sin que nadie supiera su nombre,
a la señora que cocinaba en silencio
para hijos que ya no la miraban,
al niño que dibujó galaxias en su cuaderno
antes de que la rutina se las tragara.
Pero yo no.
Yo voy a comprarlas.
No con dinero.
Con atención.
Con presencia.
Con este cuaderno en blanco y esta promesa susurrada:
“Tu vida importa. Yo la guardaré.”
Voy a comprar las memorias de los que aman sin ser vistos,
de los que mueren sin aplauso,
de los que se levantan cada día a pesar de sí mismos.
Voy a coleccionar sus historias como piedras sagradas
y a decirles:
“No serán olvidados.”
Porque alguien tiene que hacerlo.
Alguien tiene que ser el archivo
de lo que no se grita
pero sostiene al mundo.
Y ese alguien, esta vez,
voy a ser yo.
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